
Mantengo la fundada sensación de que si el desastre estratégico de anoche del Athletic frente al Betis lo plantea un aspirante a alumno de la escuela de entrenadores, suspende de plano en la admisión. No es de recibo que después de haber proclamado a los cuatro vientos durante todo el verano que Bielsa no había salido de su casa para conocer al detalle a cada jugador del Athletic, la afición se encuentre con semejante desaguisado. Para que no lo olvidemos: Gurpegi llegó a jugar en cuatro posiciones distintas antes de ser sustituido. De Marcos, de salida lateral izquierdo, jugó durante demasiados minutos amontonado en la banda derecha con Gurpegi e Iraola. Llorente viene a representar por orden de su entrenador la función de trotador que Dios afortunadamente para él le ha dado a Toquero si quiere jugar en Primera.
Es muy difícil equivocarse tanto. Ha habido tiempo suficiente para que las pruebas se hagan antes del inicio de la temporada oficial. No se puede venir con una idea preconcebida sobre un sistema de juego y empecinarse en que los jugadores se adapten a él cuando la evidencia te demuestra que es metafísicamente imposible por sus cualidades. No somos el Barcelona y esto es importante que alguien se lo cuente a Bielsa para que baje a la realidad y no nos aproxime ni un metro más al desastre.
Entendiendo ahora el partido de Bratislava como un espejismo por la endeblez del rival, es ahora cuando me produce sonrojo e hilaridad recordar esas imágenes de los ayudantes del entrenador argentino explicando las teorías por medio de un ordenador en el césped de Lezama. Me costará olvidarlo después de fiascos como el de Cornellá y anoche. Humildemente les pido al cuerpo técnico que no les vuelvan locos. Una cosa es afinar la interpretación de la orquesta, dentro de un loable nivel de exigencia, y otra cambiar a los músicos su instrumento habitual.
Anónimo
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